Publicaciones en la Revista Uno Mismo

“A partir de una crisis profunda podemos hallar la llave de nuestro mandala astrológico”, sostiene la autora. Y nos muestra analogías que ayudan a comprender por qué “en la más profunda desolación nace la nueva personalidad”. (Seguir leyendo)

La verdadera hazaña consiste en auto liberarse, nos dice la autora. Y es que el enemigo real siempre se encuentra dentro de cada uno. (Seguir leyendo)

Toda persona nacida con uno o más planetas en la casa doce, posee un diamante. El trabajo a realizar es sin duda titánico, arribar al núcleo, al centro de ese diamante y desde allí contemplar todas sus facetas sin sucumbir al encanto de sus múltiples reflejos. Esto implica desactivar los patrones colectivos que guían sin conciencia alguna su acontecer.  (Seguir leyendo)

Saturno es “el padre ogro”, que nos aleja de la comodidad maternal. Su integración es un gran paso evolutivo, ya que “rehusarse a madurar conlleva permanecer adherido a fantasías pueriles, aún en edad adulta”. (Seguir leyendo)

“Tomando la carta natal como referencia, luego de entrevistar durante algunas sesiones al consultante, el astrólogo con formación junguiana, puede colaborar en la elección de los símbolos a explorar o puede ser el propio consultante quien lo sugiera. Durante los ejercicios de imaginación activa, se interactúa con las diferentes subpersonalidades dejando que la fantasía opere libremente y libere al inconsciente de la represión u coerción ejercida por el yo.” (Seguir leyendo)

En muchas ocasiones, frente a ciertas experiencias nos hallamos fascinados, hechizados y hasta posesos por sentimientos y reacciones “irracionales”. Nos perdemos en los mismos dramas y odiseas que en las películas de Hollywood, o que en los antiguos mitos, sin registrar que lo que estamos haciendo es dar una vez más las mismas respuestas colectivas de antaño. (Seguir leyendo)

Cómo operan los arquetipos

La trama arquetípica nos toma, nos fascina y tiñe la mayor parte de nuestras acciones y opiniones perpetuando el hechizo una y otra vez. De este modo, atrapados por aquel imán, permanecemos en un estado de adormecimiento en el cual perdemos contacto con el origen real de nuestra alma.  (Seguir leyendo)

No estamos unificados; a veces creemos que lo estamos, porque no tenemos muchos cuerpos ni muchos miembros, y porque normalmente una mano no choca con otra. Pero, en sentido metafórico, esto es exactamente lo que pasa dentro de nosotros. Hay varias sub personalidades que están en una continua disputa. (Seguir leyendo)

En nuestra cultura voluntarista “no acción” habitualmente significa desinterés, holgazanería, desidia, etc. El imaginario colectivo moderno no incluye la imagen del “no hacer”. Solo algunos se detienen en esta “carrera” llamada vida aunque su cuerpo y su alma lo demanden a gritos. Pocos son los que en el mundo occidental reconocen la necesidad de adentrarse en el seno de su alma  antes de tomar alguna decisión importante.(Seguir leyendo)

La carta natal, sus respectivos tránsitos, progresiones y la revolución solar (carta anual), revelan un pulso, una vibración energética que se despliega en el sujeto y su entorno, en concordancia con el movimiento de los astros. Al igual que el lenguaje de los sueños, la astrología también se compone de símbolos los cuales a su vez conforman un mapa. Acceder a ese mapa nos otorga una ventaja; conocer los posibles complejos activos (contradicciones internas, aspectos negados, etc.) y el ciclo de vida en el cual se halla la persona.(Seguir leyendo)

La encrucijada refiere a un lugar en el que se cruzan varios caminos. Se trata de una experiencia universal o arquetípica que marca un hito o momento bisagra, en el cual una vieja identidad o situación se agota, para dejar paso a una nueva. (Seguir leyendo)

Al igual que una película que es proyectada sobre una pantalla, a veces dirigimos o reflejamos un impulso o sentimiento  sobre algo o alguien. La psicología se apropió del término proyectar para denominar un mecanismo, que en su modalidad se asemeja a la imagen proyectada sobre la pantalla de un cine o televisión y a la fascinación que esta produce.  (Seguir leyendo)

Un consciente hinchado es siempre egocéntrico y sólo tiene conciencia de su propio presente. Es incapaz de aprender del pasado; incapaz de comprender lo que ocurre en el presente, e incapaz de extraer conclusiones acertadas para el futuro. Está hipnotizado por sí mismo y por tal causa no admite interlocutores ni se puede razonar con él. (Seguir leyendo)

La psique es un sistema homeostático que tiende a compensar o a regularse, y el inconsciente no es meramente un reservorio de todo lo reprimido, también contiene todo nuestro potencial creativo, el oro alquímico, el lapis como lo denominaban los alquimistas. En este líquido sagrado se halla también aquello que podría elevarnos hacia otro estadio evolutivo; las alas de este personaje nos lo recuerdan. (Seguir leyendo)

Cuando el niño divino acude a nosotros, ya sea en sueños o bajo la forma de un proceso interno, éste alude al proceso de hacer consciente lo inconsciente.  Lo que se hallaba oculto arriba a la conciencia, en un intento de renovación profunda, permitiendo así nuevos niveles de evolución.  (Seguir leyendo)

Lo desconocido causa ansiedad, temor y en consecuencia surge la idea de  controlar o prever nuestro futuro, ya sea a través de diversas artes mánticas o simplemente  creando moldes o estructuras que nos contienen idealmente dentro de “lo conocido”, evitando con ahínco cualquier situación de cambio o incertidumbre. El vacío provoca angustia y la mente necesita organizar, sistematizar con el fin de crear la ilusión que algo se fije. (Seguir leyendo)